La inflación al consumidor central de Japón registró una disminución por tercer mes consecutivo en enero, aunque se mantuvo en consonancia con la meta del 2% del banco central, lo que mantiene la esperanza de que se termine con las tasas de interés negativas para el próximo mes de abril. Los datos del Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones publicados el martes, mostraron un aumento del índice de precios al consumidor (IPC) del 2.0%, lo que representa una desaceleración respecto al incremento del 2.3% registrado en diciembre. Este hecho resalta que la reducción de la inflación de los costos de las importaciones de productos básicos podría aliviar los mayores costos de vida. A pesar de ello, la cifra superó las expectativas del mercado medio, que previó un aumento del 1.8%, lo que refuerza la idea de que las grandes empresas podrían ofrecer fuertes aumentos salariales en las conversaciones salariales de gestión laboral previstas para el 13 de marzo, allanando el camino para que el Banco de Japón (BOJ) termine con las tasas de interés negativas en marzo o abril.
El IPC de enero deja abierta la posibilidad de que el BOJ aumente su tasa de política en la reunión de marzo si los resultados preliminares se confirman en los próximos días.
Vale la pena destacar que el principal índice de precios al consumidor en Japón no incluye los precios de los alimentos frescos, pero sí contempla los productos petroleros.
Aunque se ha producido una desaceleración en la inflación, la cual se puede atribuir en parte a la caída de los costos energéticos debido a los subsidios gubernamentales y el aumento de precios del año anterior, es muy probable que la presión sobre los precios y los costos vuelva a aumentar.
Para mantener la inflación en el objetivo del 2% del BOJ, será clave que los incrementos salariales superen la inflación, de tal forma que los hogares puedan ganar poder adquisitivo y las empresas puedan mantener su rentabilidad. Así, será posible lograr una inflación persistentemente estable en el futuro.